En los diez primeros meses del año, el comercio al por menor registró una caída del 5,4% de sus ventas con respecto al mismo periodo de 2010, según los datos del Market Monitor, distribuido por Crédito y Caución. La caída en el el subsector no alimienticio alcanza el 7,2%, mientras que el sector de la alimentación registra un descenso del 2,7%.
Crédito y Caución sitúa la liquidez y la dependencia de financiación externa como datos claves en el contexto económico actual. En ese sentido, los comerciantes minoristas se encuentran con dificultades para acceder al crédito bancario, lo que dificulta la financiación de apertura de nuevos negocios.
Además, según el informe, se está produciendo un cambio en los hábitos de compra. La prudencia de los consumides les lleva a elegir formatos de distribución de proximidad, que permite comprar los productos estrictamente necesarios. En este contexto, los minoristas se ven obligados a reducir los precios, a pesar del encarecimiento de algunos productos básicos como trigo, cobre, maíz o combustible. Esta tensión provoca a su vez un enfrentamiento entre minoristas y productores por los márgenes, siguiendo, los segundos, en su empeño por aumentar el precio de los alimentos, productos domésticos y en el transporte de las mercancías.
En el corto plazo, el Market Monitor prevé que los precios sigan subiendo, aunque con una menor intensidad que en el año 2011. Factores como la desaceleración de la actividad económica mundial y de la zona euro podrían ayudar a producis una situación de alivio en la presión ejercida sobre los precios en el transcurso del próximo año. Del mismo modo, los minoristas están comenzando a llevar a cabo acciones como desinvertir, cerrar tiendas que no consideran rentables, o renovarlas y modernizarlas, con el fin de fomentar el atractivo entre los clientes.
Crecen los retrasos de los pagos
En los últimos seis meses, y especialmente en el último trimestre, se ha notado un ligero crecimiento en los retrasos en pagos de las empresas minoristas, principalmente debido a la ralentización económica, al estancamiento de la demanda interana y a las dificultades que las empresas tienen para acceder a financiación bancaria. En concreto, los pagos muestran un promedio de entre 90 y 120 días, descendiendo en los productos perecederos hasta los 30 días.