José María Urbano Fuentes-Guerra, profesor del Departamento de Ciencias Agroforestales de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica

La Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica (ETSIA), de la Universidad de Sevilla colabora con agricultores y empresas en la búsqueda de soluciones a los problemas de malas hierbas, plantas no deseadas que crecen entre cultivos, disminuyendo o anulando la producción y quitando muchas veces el sueño de los trabajadores que laboran con la tierra. José María Urbano Fuentes-Guerra, profesor del Departamento de Ciencias Agroforestales de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, profundiza en esta entrevista sobre las malas hierbas mostrando cómo optimizar el rendimiento económico del agricultor y minimizando el coste ambiental.

Desde un punto de vista ecológico, ¿en qué medida resulta adecuado el término malas hierbas?

La discusión acerca del nombre que se debe dar a las plantas no deseadas no es nueva. Dura ya más de 30 años y, es lógico que no guste el calificativo “mala” para algo tan natural y verde como una planta.
Desde el punto de vista ecológico, considero adecuado el término “mala hierba”, porque surge de muchos años de interacción entre las plantas y el hombre del campo.
Una alternativa es usar el sinónimo “maleza”, que es empleado en Latinoamérica, pero también tiene la connotación de “mala”. El término “arvense” no es exactamente sinónimo porque hay malas hierbas fuera de las zonas cultivadas. El término “adventicia” tampoco es sinónimo porque muchas malas hierbas son autóctonas.
No creo que los problemas se solucionen con simples cambios de nombre, sino con un estudio de la causa y un análisis crítico de las soluciones.
Más que el nombre, lo que considero que tiene importancia desde el punto de vista ecológico es el concepto (planta no deseable en un momento y situación determinados). Este concepto es importante porque es subjetivo (depende de la persona) y también discutible. La forma más ecológica de manejar las malas hierbas es tener presente el coste ambiental, y económico, antes de recomendar un método de control.

¿Cómo ayuda la Universidad a agricultores y empresas a combatir los problemas de malas hierbas de forma eficiente tanto ambiental como económicamente?
La Universidad ayuda a combatir los problemas de malas hierbas desde dos frentes: formación e investigación.
Por un lado, es importante que los futuros ingenieros agrícolas tengan la formación suficiente para abordar los problemas de malas hierbas de un modo racional, identificando y cuantificando la gravedad del problema y proponiendo soluciones sostenibles. La decisión más difícil para el ingeniero agrícola es recomendar al agricultor que no aplique ningún método de control en aquellas situaciones en las que no existe justificación objetiva.
En segundo lugar se puede ayudar desde la investigación. Animo a las empresas y cooperativas a que contacten con la Universidad cuando crean que tienen un problema de malas hierbas. Probablemente no sea suficiente para encontrar la solución a todos los problemas pero se avanzará más si se trabaja en colaboración.

En producciones grandes, donde el desherbaje manual resulta imposible, los herbicidas son la solución, ¿en qué medida el desherbado químico afecta al medio ambiente? ¿Cómo se trabaja en este sentido desde la universidad, teniendo en cuenta su  responsabilidad de formar a futuros ingenieros agrícolas?
No creo que los herbicidas sean la solución, sino sólo una herramienta. Como ocurre con todas las herramientas, pueden ser muy útiles si se usan de forma racional, y muy peligrosos si se usan de forma inadecuada. Igual ocurre con un martillo, o con un coche.
Si se usa de forma racional, el desherbado químico puede ser muy beneficioso para el medio ambiente porque ayuda a reducir la frecuencia e intensidad del laboreo que es la principal causa de erosión del suelo. Si se aplica herbicida sin justificación agronómica, los efectos para el medio ambiente pueden ser muy nocivos.
Desde la Universidad intentamos enseñar a los futuros ingenieros agrícolas a identificar correctamente los problemas y a huir de las soluciones fáciles, simples y milagrosas.

¿Cómo ve usted el problema de la reducción actual de productos fitosanitarios en la UE, y en particular de los herbicidas?
Creo que la reducción de materias activas disponibles aumenta el riesgo de aparición de resistencias.
A ello habría que añadir el elevado coste que tiene el descubrimiento y posterior registro de nuevas materias activas. En la comunidad científica está asumido que no aparecerán, ni a corto ni a medio plazo, herbicidas con modos de acción diferentes a los que ya existen.
Tampoco habría que olvidar que se pide a los agricultores europeos que produzcan a precios mundiales, pero con costes europeos. Y esto es un coste más, porque muchos de los herbicidas no autorizados en Europa están disponibles para los agricultores no europeos.

¿Cuál es su opinión sobre la situación actual que atraviesa la agricultura de las regiones de clima árido-semiárido y, en particular, los cultivos menores, en cuanto a su necesidad de conocimientos para combatir la agresividad de las malas hierbas?
En la agricultura de clima árido-semiárido coexisten dos agriculturas muy diferentes, la de secano y la de regadío.
En secano el potencial de rendimiento de los cultivos es mucho menor y en esos casos la capacidad de competir de las malas hierbas es también menor. En estas situaciones son muy útiles las medidas culturales como las rotaciones y el manejo de la siembra (fechas, densidades, etc.).
En regadío la agricultura pasa a ser mucho más productiva y diversa. En este escenario las malas hierbas pueden constituir un problema mucho mayor.
Creo que en los llamados cultivos mayores existen (y se aplican) muchas soluciones químicas para problemas que no existen y que en los cultivos menores ocurre al revés.

¿Cómo camina nuestro país en cuanto a técnicas preventivas?

En mi opinión bastante mal. Pienso que en nuestro país no se le da a la agricultura la importancia de sector estratégico. Creo que los políticos piensan, como los niños de preescolar, que la producción agropecuaria no es necesaria y que los pollos salen de la fábrica de pollos. Sólo así se pueden entender las directrices que han elaborado para los nuevos planes de estudio de ingeniería agrícola.
Para aplicar de forma racional técnicas preventivas y métodos no químicos de manejo de malas hierbas hace falta una sólida formación en agronomía y en protección vegetal, y eso no ha sido tenido en cuenta.

¿En qué medida resulta costosa la mano de obra necesaria para realizar el desherbado en climas áridos o semiáridos?

Es fácil entender que el coste de la escarda manual es más cara en España (coste próximo a 10 euros la hora), que en países donde la gente trabaja por una comida. Yo he visitado fincas en uno de estos países y he visto quitar malas hierbas a mano en el trigo, porque costaba menos de los 30 euros por hectárea que puede costar el tratamiento herbicida.
Dicho esto, hay situaciones donde una escarda manual cara puede ser rentable y otras en las que una escarda manual barata sea contraproducente.

¿Considera la restricción de los herbicidas en la UE, y la resistencia a estos,  como una coyuntura adecuada para investigar más y desarrollar mejores procedimientos integrados de control?

La prueba de que es necesario investigar más y mejor en el manejo de los problemas de malas hierbas es que después de medio siglo aplicando herbicidas muy eficaces tenemos tantos problemas de malas hierbas como antes, si no más.

¿Cree posible que el manejo de las malas hierbas pueda estar basado únicamente en el empleo de herbicidas?
Es de las pocas cosas que tengo claras en malherbología. Los herbicidas no son la solución sino solo una herramienta y opino que únicamente deberían usarse bajo asesoramiento técnico (cuestión que en la actualidad no ocurre).

¿Existen  en el sector soluciones integradas y conocimientos suficientes de todos los procesos agroecológicos relacionados con estas plantas?

Pienso que hay mucho que mejorar en este sentido. Hay que tener en cuenta que la malherbología como ciencia es nueva. Ha nacido con la aparición de los herbicidas orgánicos, después de la Segunda Guerra Mundial. Durante mucho tiempo, los avances sobre el manejo de las malas hierbas se han basado en el trabajo de los técnicos de las empresas de herbicidas. El trabajo de asesoramiento de las empresas de herbicidas ha sido muy útil, pero es insuficiente para conseguir un manejo integrado del problema.
La situación actual es muy diferente según cultivos y zonas. Hay regiones y cultivos que cuentan con técnicos muy cualificados y hay otras situaciones donde al agricultor no le queda más opción que dejarse asesorar por la empresa de fitosanitarios.

¿Considera efectiva la aplicación de herbicidas persistentes a través de los sistemas de riego?

Puede que en algún caso muy concreto la herbigación esté indicada, pero en general presenta demasiadas limitaciones y riesgos.

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