Uno de los conferenciantes más solicitados del mundo para eventos corporativos, el futurista Patrick Dixon nos da su visión de las tendencias tecnológicas de mañana.
Cuando Patrick Dixon quiere irse de vacaciones, tira el móvil en un cubo de agua. Literalmente.
“Vivo en un mundo virtual”, dice Dixon, entrevistado vía Skype en Londres. Aunque se formó como médico, trabaja como futurista, un consultor especializado en estrategias de cambio globales. Para ser futurista, no hacen falta ni bolas de cristal ni hojas de té. En su lugar, dice Dixon, autor de 15 libros sobre dirección de empresas y tendencias, “muestreo continuamente el flujo de conciencia de la humanidad”.
En su afán incansable por mantenerse un paso por delante, Dixon rastrea tanto las redes sociales como los medios tradicionales, incluyendo tweets, YouTube, el Financial Times, blogs, la revista New Scientist e incluso actualizaciones de LinkedIn. Todo ello le mantiene al día en temas tan candentes como la sostenibilidad medioambiental y la necesidad de innovación en las empresas.
Dixon reconoce que existe otra fuente crucial de información que le ayuda a formar sus opiniones: las empresas con las que trabaja. “Mi trabajo como conferenciante y consultor me lleva cada año a muchos países y sectores distintos. En cada caso, trabajo con personas que están creando el futuro, personas en la punta de lanza de la innovación. Su perspectiva es mucho más nítida que la que ofrecen otras fuentes”.
Entonces, ¿qué nos depara el futuro?
Dixon predice progresos importantes en tecnologías verdes. Vivimos una época de oportunidades extraordinarias, dice, porque la preocupación por el medio ambiente está impulsando tanto las políticas de los gobiernos como la demanda de los consumidores. “Los consumidores esperan de sus empresas que produzcan productos más limpios pero no más caros. Y las empresas se los están dando, porque la innovación permite lograr los dos objetivos”.
En el caso más concreto del sector de los polímeros, cree que se podrá reducir la huella de carbono mediante mejoras en la eficiencia del transporte. Según un estudio reciente, el 30 por ciento de los camiones británicos hacen rutas sin carga.
“Y lo que es más escandaloso”, dice Dixon, “miles de camiones transportan polímeros idénticos en direcciones opuestas en las mismas carreteras”. Se trae polietileno polaco a Gran Bretaña mientras se lleva polietileno británico a Alemania. Si los proveedores de productos químicos coordinaran sus rutas, dice, se podrían ahorrar más de 100 millones de kilómetros recorridos cada año, sólo en Europa.
El último libro de Dixon, Sustainagility: How Innovation and Agility Will Save the World (2010), explica una multitud de soluciones que han implantado las empresas para mejorar su sostenibilidad medioambiental. “Incluso las empresas más orientadas a los beneficios se han dado cuenta de que la manera más rápida de crecer es cuidando el entorno”, dice. “Reducir el calentamiento global ahorra dinero. Por eso avanza tan deprisa la revolución tecnológica verde”. Salen como setas nuevos inventos que reducen el consumo de combustible, desde aletas sobre las alas de los aviones hasta nanotecnologías que reducen la fricción en los motores de automóviles. De hecho, dice Dixon, “muchas de las innovaciones más apasionantes son invisibles”.
También está cambiando el modo de innovar. En el pasado, los equipos de innovación de las empresas se aislaban hasta tener preparada la solicitud de patente. Ahora, dice Dixon, “muchas innovaciones importantes siguen una trayectoria más abierta”. Empresas como Hewlett-Packard, GlaxoSmithKline e IBM utilizan herramientas de innovación abiertas; a veces encargan la solución de un problema a varias universidades o incluso recurren a las redes sociales. “Muchos de los grandes desafíos de este mundo son demasiado complejos para que los pueda solucionar el departamento de investigación de una sola empresa”.
El pasado puede ayudar a predecir el futuro en algunos casos, observa Dixon. Por ejemplo, las semillas de la actual crisis de las pensiones se sembraron varias décadas atrás con el descenso del crecimiento demográfico en Europa. “El problema”, dice, “es que se están produciendo cambios importantes para los cuales carecemos de antecedentes históricos”.
El calentamiento global puede plantear retos inéditos a la humanidad. Sin embargo, dice Dixon, empresas ágiles y emprendedoras pueden sacar partido de las convulsiones. “Las transformaciones no suelen dar tiempo para reaccionar. Conviene anticiparse. En las crisis, hay oportunidades; eso es lo que nos enseña la historia. Algunas de las grandes fortunas se crearon en tiempos de recesión económica, guerra o caos. Las empresas necesitan equipos de liderazgo capaces de dar un gran salto”.
A la hora de encarar el futuro, la clave del éxito es la agilidad, dice Dixon. “Siempre hay que tener un Plan C, porque un Plan B no basta. Un líder sabio tiene al menos dos estrategias de reserva”. Y quizás, dos teléfonos móviles.