PekÃn, 22 nov (EFE).- Desde su ascenso al poder en marzo de 2013, el presidente chino, Xi Jinping, ha hecho valer gran parte de sus reformas en materia de polÃtica interna, con una excepción que ha acabado convirtiéndose en un reto permanente para su Gabinete: la contención de los precios del mercado inmobiliario.
«Las casas se construyen para ser habitadas, no para especular», afirmó el máximo mandatario durante el XIX Congreso del Partido Comunista Chino (PPCh) en octubre de 2017, una cuestión que un año después aún no está resuelta, ya que una quinta parte de las viviendas en China, alrededor de 50 millones, están vacÃas.
El dato, extraÃdo de un reciente informe de la Universidad de Finanzas y EconomÃa del Sudoeste, es revelador sobre el estado actual del mercado inmobiliario, que convierte a China en el paÃs con una mayor proporción de viviendas vacÃas del mundo (un 22,4 %), muy por delante de Japón (13,5 %) o Estados Unidos (12,7 %).
Uno de los motivos es el precio, que en la actualidad constituye uno de los principales escollos para acceder a la vivienda en propiedad en China, especialmente para los más jóvenes.
Según datos de Numbeo, una plataforma que compara los precios de diferentes ciudades del mundo, el coste del metro cuadrado en el centro de PekÃn es de 101.111,08 yuanes (12.924,38 euros), cifra superior a Nueva York (12.705,63 euros) aun cuando el salario neto pequinés es casi un 75 % inferior al neoyorquino.
De este modo, al ciudadano medio le costarÃa cerca de 45 años de sueldo comprar una vivienda de 50 metros cuadrados en el centro de la capital, una realidad que ha cerrado a millones de personas las puertas del mercado de inmuebles, considerados como un sÃmbolo de bienestar para la clase media del paÃs.
Este problema es muy común en las ciudades de primer y segundo nivel en China, que desde 2015 han experimentado alzas interanuales de hasta un 35 % en el coste de la vivienda.
En este sentido, la preocupación por una posible burbuja inmobiliaria, que estalló parcialmente en 2012 y luego en 2015, llevó al Gobierno a imponer el año pasado un total de 270 restricciones en 110 ciudades chinas, favoreciendo el alquiler residencial y subiendo la renta mÃnima para solicitar una hipoteca.
Desde entonces, y aunque los precios continúan siendo altos, el mercado inmobiliario se ha vuelto más «estable», según Zhao Bo, profesor asistente de la National School of Development de la Universidad de PekÃn.
«Las medidas del Gobierno sà que han tenido efecto en las ciudades de primer nivel y en algunas de segundo nivel, con algunas ligeras bajadas de precio», comentó a Efe el economista.
Para Mei Jianping, profesor de la Cheung Kong Graduate School of Business de PekÃn, el sector inmobiliario afronta un «periodo de transición», debido a la «reciente restricción del crédito», aunque no descarta que haya nuevas subidas en el futuro.
«Con el estado actual de la economÃa, no creo que veamos aumentos considerables del precio en los municipios de tercer y cuarto nivel. Pero en los de primer y segundo, depende», indicó el experto.
«Para ciudades con gran crecimiento económico, creo que todavÃa es posible que suba más el precio, aunque será un crecimiento más pequeño que el de los últimos doce años», añadió.
El Gobierno chino afronta, pues, una doble realidad: por un lado, está comprometido a contener el precio de la vivienda debido al descontento de un sector de la población, pero por otro es consciente de que una bajada repentina en el sector inmobiliario podrÃa perjudicar gravemente a la economÃa.
Dicho paradigma también afecta a la ciudadanÃa, dividida entre quienes tienen vivienda en propiedad y quienes carecen de ella, lo que también ha generado una mayor desigualdad.
«Tanto para los jóvenes como para las familias que alquilan pisos, una subida de precios no es algo deseable. Sin embargo, a los ricos sà que les beneficia dicho aumento», subraya Zhao Bo.
Con todo, y debido también a la desaceleración económica, la agencia de evaluación del riesgo Standard & Poor’s avisó de que el precio de la vivienda habÃa alcanzado su pico máximo y descenderÃa un 5 % en 2019, una caÃda que provocará que el sector se contraiga entre un 8 y un 12 % el próximo año.
Javier Castro BugarÃn