ParÃs, 28 may (EFE).- La Agencia Internacional de la EnergÃa (AIE) está preocupada por el declive de la electricidad de origen nuclear que, a su juicio, deberÃa tener un papel clave en la transición energética hacia un sistema sin emisiones de carbono como complemento de las renovables.

En un informe publicado este martes, la AIE subraya que para cumplir los objetivos del Acuerdo de ParÃs y contener el cambio climático, la electricidad que no genera dióxido de carbono (CO2), como las renovables y la nuclear, tendrÃa que progresar al triple de ritmo al que lo ha venido haciendo hasta ahora.
TendrÃa que llegar a ser el 85 % de la electricidad que se produjera en 2040, frente al 36 % en la actualidad, y para conseguirlo no sólo harÃan falta inversiones mucho más masivas en energÃas y en eficiencia energética, sino que la capacidad de las plantas atómicas deberÃa incrementarse un 80 % en todo el mundo.
La nuclear representa alrededor del 10 % de la generación de electricidad en todo el mundo y en los paÃses desarrollados ese porcentaje sube hasta el 18 %, lo que la convierte allà en la primera fuente sin generación de carbono, por delante de las renovables.
A nivel global, la electricidad producida con fuentes que no emiten CO2 representó el 36 % en 2018, el mismo porcentaje que 20 años antes pese al tirón de las renovables porque, al mismo tiempo, la demanda se ha disparado.
La energÃa nuclear está en declive en el mundo desarrollado, donde tan apenas hay proyectos de construcción de nuevas centrales, según la AIE, debido a las peculiaridades de inversión: se necesitan enormes cantidades de dinero de entrada que sólo se rentabilizarán al cabo de varias décadas.
Además, los pocos proyectos en marcha acumulan grandes retrasos, entre otras cosas, por la complejidad de los procesos de autorización y los cambios en la regulación.
Los autores del estudio reconocen que la transición energética serÃa posible con menos potencia atómica, pero "necesitarÃa un esfuerzo extraordinario" y tendrÃa consecuencias en términos de aumento de emisiones, de elevación de los costos y de seguridad en el aprovisionamiento.
Entre esas consecuencias advierten de un encarecimiento de los precios de la electricidad para los consumidores, en particular porque un fuerte descenso de la nuclear necesitarÃa una inversión adicional de 1,6 billones de dólares entre 2018 y 2040 en las economÃas avanzadas.
Es decir, que harÃa falta mucho más dinero para poner en servicio nuevas plantas solares o eólicas que el preciso para prolongar la vida activa de los reactores atómicos actuales. Además, habrÃa que ampliar las redes de transporte para conectar las nuevas capacidades de renovables.
Según los cálculos de la agencia, si no hay nuevas inversiones para ampliar la vida útil de las plantas existentes o construir otra nuevas en los paÃses desarrollados, su capacidad disminuirá en alrededor de dos tercios de aquà a 2040.
Y para sustituirlas no sólo se recurrirá a las energÃas renovables, sino que tendrán un papel clave tanto el gas como -en menor medida- el carbón. Las emisiones acumuladas de CO2 se incrementarÃan en 4.000 millones de toneladas en ese horizonte y eso harÃa más difÃcil cumplir con los compromisos climáticos.