“Proteger el paisaje o considerarlo desde el desarrollo sostenible muchas veces es no tocarlo. A corto plazo es antieconómico, y a largo plazo no es fácil de entender; por eso yo confío solamente en la educación»

Analizar su trabajo nos lleva a descubrir su potencialidad y su ingente capacidad de crear, diseñar, regenerar, recuperar la memoria del espacio y trabajar de forma respetuosa con la piedra, el agua y la vegetación. Ha obtenido el Premio Nacional de Arquitectura Manuel de la Dehesa por el Parque de Bonaval en Santiago de Compostela, junto con Álvaro Siza. Ha dirigido infinidad de cursos en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo sobre Desarrollo sostenible y ha expuesto su obra en la Universidad de Harvard de Estados Unidos… no son más que pequeñas pinceladas en la vida de Isabel Aguirre Urcola, arquitecta y paisajista a la que le gusta innovar, sorprender y entusiasmar. “La innovación me gusta, sobre todo desde el punto de vista de la técnica, de los materiales, pero también de los espacios. Me gusta sorprender”, señala Aguirre… y es verdad que lo consigue.

¿En qué proyectos paisajísticos se centra ahora su trabajo?

En este momento estoy trabajando los proyectos para la Regeneración del Parque de la Playa de Compostela y del Jardín de Ravella en Vilagarcía de Arousa, sigo con el Parque Oeste/Vale Grande de Lisboa y en la obra de rehabilitación de la Central Eléctrica del Rio Mao en la Ribeira Sacra Ourensana, que aunque es un edificio industrial que se va a destinar a Albergue de Senderismo y Centro de Interpretación de la Industria, tiene mucho que ver con el paisaje, bueno, según mi criterio toda actuación en el territorio es una intervención en el paisaje, pero en este caso especialmente porque el entorno a la orilla del río, es de una calidad natural impactante.

¿De cuáles de sus trabajos centrados en la arquitectura del paisaje se siente más orgullosa? ¿por qué?

Por supuesto del Parque de Bonaval en Santiago de Compostela, cuyo reconocimiento a todos los niveles no me permite obviarlo aunque hace ya tiempo que se inauguró (1995). También me siento muy orgullosa de una pequeñísima intervención de esa época, y también en Santiago en el barrio de San Lázaro, y de entre mis últimas obras, del Parque Oeste/Vale Grande de Lisboa, en el que llevo trabajando diez años y del que se está terminando la tercera fase. Es un parque muy grande, muy complejo y creo que está quedando bien. Tengo la sensación de haber hecho un buen trabajo.

¿Cuáles considera que fueron los principales méritos que le llevaron a obtener el Premio Nacional de Arquitectura Manuel de la Dehesa por el Parque de Bonaval en Santiago?

Creo que fue fundamental el haber entendido el lugar, su historia, su contexto en Santiago de Compostela. El haber asumido la presencia del cementerio como una pieza singular que iba a caracterizar el parque. Recuperar la memoria y trabajar muy respetuosamente con la piedra, el agua y la vegetación fueron las claves del trabajo.

¿Cuáles son sus directrices a la hora de enfrentarse a un proyecto?

Cada proyecto es un reto diferente, por lo tanto, los parámetros siempre cambian y más en los trabajos de paisaje, pero en términos generales, yo diría que lo primero que hago es estudiar el territorio y el contexto, darle muchísimas vueltas hasta tenerlo bien dentro de mi cabeza: verlo dentro, conocerlo, después reflexionar sobre qué quiero y qué tengo que hacer con ese lugar que ya conozco desde los planteamientos generales hasta lo particular, y trabajar el proyecto, trabajarlo mucho hasta los últimos detalles. Después vendrá la obra que hay que vigilar constantemente, y en la que hay que tener la suerte de contar con una buena empresa que se entusiasme también con el proyecto.

¿Cuál es la carga de innovación y creatividad de sus diseños?

La creatividad es básica en todo proyecto, no podemos olvidar que es uno de los fundamentos de la búsqueda de la belleza, componente clásico de la arquitectura, pero es que, además, en lo que se refiere a la creatividad, la ventaja de los espacios abiertos es que son muy flexibles, aunque a veces haya que construir rígidos equipamientos o espacios cerrados. Un parque no lo utiliza de igual manera todo el mundo, deben por tanto ser lugares libres en donde la vegetación sea un elemento fundamental y eso da mucho juego a la creatividad formal. La vegetación, ella misma, es creativa: crece, cambia según las estaciones, el clima, la luz, las horas del día , aunque a veces la fuerza del lugar es tan enorme que lo mejor es casi no tocar, todo lo más limpiar y ordenar para ponerla en valor.

Usted ha dirigido durante muchos años cursos sobre desarrollo sostenible, ¿cómo resumiría sus logros y experiencias?

De los logros no sabría qué decirle, habría que preguntar a quienes asistieron a ellos. Aunque los resultados de las encuestas que se hacían a los alumnos siempre fueron muy favorables, lo que después les quede… uno tenía la sensación a veces de estar predicando sin saber muy bien qué quedaría después. La experiencia personal fue muy positiva, desde luego, yo aprendí mucho pues procuraba asistir siempre a las conferencias. El desarrollo sostenible es un tema que me preocupa mucho. También me sirvió la experiencia para conocer a gente estupenda entre los alumnos y, sobre todo, entre los profesores que acudieron a la llamada desde un lugar tan poco habitual como es Monforte de Lemos en la Ribeira Sacra, tenga en cuenta que duraron cinco años. Fue un gran esfuerzo en el que participó mucha gente.

¿Cree que los paisajistas, en general, están concienciados con la necesidad de crear soluciones sostenibles?

Construir paisajes nuevos o trabajar en los ya existentes requiere un conocimiento profundo de la naturaleza y de la relación humana con ella, si esto no se consigue, se suele caer en la tentación de intervenir, de construir, de llenar los espacios de objetos, pavimentos, usos, equipamientos, etc., cuando la mayoría de las veces sería mucho mejor plantar simplemente unos árboles que ya son de por sí la sostenibilidad por excelencia. Hoy se habla mucho de sostenibilidad, pero en general se practica poco; es difícil cambiar las mentalidades. Proteger el paisaje o considerarlo desde el desarrollo sostenible muchas vecesequivale a no tocarlo. A corto plazo es antieconómico y a largo plazo no es fácil de entender; por eso yo confío solamente en la educación. En España se ha empezado a hablar de paisaje antesdeayer.

Sin embargo, hay paisajistas que critican la moda del paisaje sostenible

Yo no creo que sea una moda, creo que es una necesidad imperiosa. Creo que en España se han destruido más paisajes maravillosos que en ninguna parte de Europa, vea nuestras costas turísticas. Además con una alegría y una entusiasmo por parte de la propia población y de la administración que lo ha identificado con el progreso, que aterra. Y quiero hacer constar que no creo en la “fosilización” del paisaje, el paisaje que nos han legado nuestros antepasados está totalmente manipulado. Pero si creo en el respeto y en el establecimiento de prioridades, en la calidad de las intervenciones que no es lo mismo que el coste. Creo que el problema más grave es cuando el paisaje se convierte en moneda de cambio y se olvida su valor intrínseco como bien común.

¿Considera que la renovación paisajística puede ser la clave de la rehabilitación de zonas degradadas?

Para rehabilitar zonas degradadas necesariamente hay que realizar una renovación paisajística, lo que ocurre es que la renovación paisajística estará condicionada por la causa de la degradación. En este momento estamos asistiendo a la recuperación de las Tablas de Daimiel, que fundamentalmente se está realizando con aportación de agua para regenerar los acuíferos, otra cosa sería si estuviésemos hablando de zonas degradadas urbanas, la renovación paisajística pasaría por recuperar los espacios urbanos y la propia arquitectura. El paisaje es muy complejo y muy variado, un poco como la vida, al final vivimos en el paisaje.

Se dice que sus intervenciones paisajísticas son garantía de calidad, ¿cuál cree que es la clave para que sus proyectos logren adquirir una impronta internacional?

Si realmente es verdad lo que usted dice, probablemente se deba a lo que hacía referencia anteriormente cuando hablaba sobre la manera en que, creo, debe de abordarse un proyecto: conocimiento del problema (un proyecto siempre debe resolver un problema), esto es: investigación de la realidad, reflexión y mucho trabajo, tanto a la hora de la redacción del proyecto como de la dirección de la obra. A mí me gusta mucho estar en la obra, controlarlo todo, tengo la suerte de que me encanta mi trabajo.

Europa se perfila como la válvula de escape de los estudios paisajísticos ¿su estudio está buscando oportunidades allende las fronteras?

La verdad es que no. De hecho ya estoy trabajando en Lisboa hace años y muy satisfactoriamente, pero dirigir obras muy lejos es un gran esfuerzo, aunque el mundo hoy es muy pequeño y, gracias a los medios informáticos, son facilísimos los contactos.

¿Cree que el paisajismo tiene futuro? ¿En qué proyecto de futuro le gustaría participar?

Claro que tiene futuro y más en España en donde hace tan poco tiempo que se ha empezado a tener en consideración el paisaje como un valor fundamental para la calidad de vida y la conservación de la naturaleza, un campo en el que hay muchísimo por hacer. De hecho la única Escuela de Paisaje que existe en España está en Galicia: la Escuela Gallega de Paisaje-Fundación Juana de Vega que dirijo. En este momento, en Galicia acaba de plantearse el Plan de Ordenación del Litoral, en trámite de aprobación parlamentaria, y me gustaría trabajar en su desarrollo, puede ser realmente interesante, pero tengo que reconocer que me atraen todos los temas de paisaje hasta los más pequeños jardines, que pueden ser micro mundos muy delicados de resolver.