El Aceite de La Rioja cautiva al paladar por su aroma y sabor

Logroño, 7 nov (EFE).- El Aceite de Oliva de La Rioja se ha abierto hueco en los mercados nacional e internacional por sus peculiares y diferenciados aromas, junto a un ligero amargor y picor, que lo han convertido en un oro líquido cada más demandado en las despensas de un consumidor, que apuesta por un sello de calidad.

Así lo explica en una entrevista con Efe la nueva presidenta del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Aceite de La Rioja, Clara Espinosa, en la que informa de la situación de la Denominación, «símbolo de calidad y diferenciación»; y los retos que se planta para hacer un esfuerzo, aún si cabe más, en promoción de esta marca colectiva.

El aceite de oliva amparado en esta Denominación es el resultado del «buen hacer de los elaboradores riojanos y de la adaptación a modernos sistemas de elaboración y cultivo».

Con una producción anual de unos 500.000 litros, se comercializa bajo 74 marcas, que gozan de «un gran reconocimiento nacional e internacional», sostiene.

UNA CALIDAD EXCEPCIONAL

Espinosa lo define como el «oro líquido riojano», que transporta al consumidor a un mundo de sensaciones, que lo convierten en una joya culinaria, cuyas virtudes traspasan las barreras gastronómicas.

Frutado, con notas aromáticas muy peculiares y ligeramente amargo, el Aceite de La Rioja presenta características muy diferenciadas y la distinción le viene dada por las condiciones climatológicas y por el tipo de suelo de la región.

Sus altos niveles de ácido oleico, prosigue, hacen que su consumo produzca también un efecto beneficioso para la salud y, tal es así, que países orientales, como Japón y China, adonde también se exporta, lo consumen como producto saludable.

El esfuerzo en promoción de la marca colectiva, con unos 36.000 euros anuales, está dando unos resultados cada vez más positivos y, pese a la pandemia, el sector se ha mantenido y, en especial, la venta directa y las exportaciones han registrado crecimientos.

Inglaterra, Francia, Alemania, Países Bajos, Suiza, Japón y China son los principales mercados del Aceite de La Rioja en el exterior, donde el ecológico, que representa un 35 % de la producción, también tiene una importante demanda, informa Espinosa

LA OPINIÓN DEL SECTOR

Según ha informado a Efe Sara Pérez Viguera, en representación del Trujal 5 Valles, de Arnedo, «el sello de la DOP Aceite de La Rioja es la herramienta comercial que nos permite certificar la calidad de nuestro aceite de cara al consumidor».

Es un sello que, además, «refleja las características de un aceite de oliva virgen extra de calidad que produce en esta región, asociada a la producción de alimentos de calidad», ha explicado.

Otro de los trujales consultados por Efe, el de Galilea, destaca también la importancia de la marca colectiva; así como la necesidad de dar valor al oleturismo, dando a conocer el producto en todo su proceso de producción y fomentar la cultura del aceite desde los más pequeños, que serán los futuros clientes.

Así lo ha explicado su gerente, Helena Soto, quien ha indicado que, «debido a la fuerte competencia en el ámbito de la comercialización, lo ideal es que el consumidor adquiera los aceites directamente al productor» y busque aquellos amparados en una Denominación.

UNA COSECHA DE GRAN CALIDAD

Los parámetros recogidos hasta la fecha, afirma Espinosa, auguran una cosecha de una gran calidad, con una producción estimada de entre 2,5 y 3 millones de kilos de aceituna, para una elaboración de unos 500.000 litros, provenientes de unos 700 olivicultores y 14 almazaras inscritos.

Desde el Trujal 5 Valles, en el inicio de la nueva cosecha, también se aprecia que, en general, la aceituna presenta «un estado sanitario excelente porque el año climático ha sido bueno para el olivo y no ha habido plagas ni enfermedades», lo que hace prever «una buena calidad en el aceite, siempre y cuando los meses de cosecha transcurran con normalidad», ha indicado Pérez Viguera.

Ha afirmado también que es más costoso obtener una rentabilidad en el olivo tradicional, familiar, que no está preparado para la recolección con máquina y, por tanto, la mano de obra se encarece, a diferencia del olivar superintensivo, que sí es atractivo para nuevas plantaciones.

UN SECTOR EN PROGRESIÓN

El sector ha experimentado una transformación desde que se creó la DOP, que cuenta con 1.400 hectáreas inscritas.

Hasta el año 2000, la mayor parte del aceite que se producía en La Rioja se destinaba al autoconsumo y ahora ya es una alternativa comercial a través de las 74 marcas que lo comercializan, frente a las 2 de hace dos décadas.

Para la presidenta del Consejo Regulador, las claves de esta demanda cada vez mayor son la profesionalización del sector, unas plantaciones modernas, que van ganando terreno; unas almazaras que adaptan sus sistemas de elaboración para producir el mejor aceite y las peculiares características climáticas del suelo de La Rioja.

Sin embargo, este sector, al igual que otros del ámbito alimentario, «lleva años sufriendo las fluctuaciones de precio en el mercado», que, «por suerte», ha asegurado, no afectan a los productos de calidad, como el Aceite de La Rioja.

FORMACIÓN, INVESTIGACIÓN Y COMUNICACIÓN

El 11 de marzo de 2011 comenzó su andadura el Consejo Regulador de la DOP Aceite de La Rioja y, diez años después, Espinosa ha tomado el testigo de su presidencia para los próximos cinco años con el mismo propósito que su antecesor de seguir trabajando por garantizar el crecimiento sostenido de la Denominación y promocionar la marca colectiva.

Para ello, entre las líneas de actuación, se apuesta por la formación y la investigación para garantizar un mayor conocimiento del sector y dar a los agricultores herramientas para que elaboren un aceite de la mejor calidad.

Junto a ello, mantener el esfuerzo en comunicación y promoción, que «está dando muy buenos resultados»; y atender los requerimientos de la Interprofesional, que ha propuesto un sistema de refuerzo de calidad con parámetros restrictivos, para que el consumidor perciba un aumento de la calidad, sobre todo, en países consumidores.

Por Pilar Mazo