Amenaza de inestabilidad
El pasado dos de junio se consumaba el último terremoto político en nuestro país: la moción de censura presentada por Pedro Sánchez provocaba la caída del Gobierno de Mariano Rajoy. Sin cuestionar la legitimidad de la moción –no deja de ser un mecanismo presente en nuestra Constitución y que requiere de mayorías parlamentarias para llevarse a cabo-, sí resulta preocupante que volvamos a caer en un clima de inestabilidad que eche el freno a la recuperación económica.
El sector coincide en que el cambio de Gobierno provocará un nuevo parón en la obra pública, más si tenemos en cuenta que en el mejor de los casos el nuevo gabinete de Pedro Sánchez tendrá un recorrido de un año y medio. Y que siendo realistas, le costará mucho llegar a acuerdos para sacar adelante las leyes que se proponga.
Se da la circunstancia de que la moción presentada tras conocer la sentencia del caso Gürtel sucedía en apenas dos días a lo que prometía ser la garantía de estabilidad hasta el final de la presente legislatura: la aprobación, tras acuerdo con el PNV, de los Presupuestos Generales para este año. A pesar de que estos no eran ni mucho menos boyantes para el sector de la obra pública y las infraestructuras, e incluso en apartados concretos como el de la conservación contemplaban nuevos recortes, tener al fin unos presupuestos tras un 2017 con las cuentas prorrogadas es muy importante para la reactivación de la actividad.
Se antoja imprescindible recuperar la actividad; licitar proyectos y ejecutarlos. Sin un pacto de Estado de infraestructuras que marque una serie de prioridades y de actuaciones impermeables a vaivenes de gobierno, esta situación de provisionalidad pinta el peor de los escenarios para la obra pública.
Lo que pasará a partir de ahora es una incógnita. Las prometedoras apuestas del Gobierno Sánchez en la formación de su Gobierno quedarán en papel mojado si no se alcanzan acuerdos parlamentarios para sacar adelante las leyes o modificar aquellas que permitan llevar a cabo su programa. Y entre estas leyes fundamentales para el funcionamiento del país se encuentran los Presupuestos Generales, que pueden caer en la paradoja de ser apoyados por el partido que los rechazó en el Congreso y ser enmendados por el partido del Gobierno saliente, el mismo que los presentó y aprobó en primera instancia. Cosas del dichoso juego político.
Sería deseable que la responsabilidad de Gobierno y oposición se imponga a los cálculos electorales de unos y otros. En política siempre debe primar el interés general por encima de todo lo demás. Lo contrario sería faltar a uno de los principios básicos de la democracia.